El Maestro José Bastidas en Ibarra
En estas salas de arte exponen destacados artistas imbabureños y latinoamericanos. Ahora le tocó el turno al maestro José Bastidas. Además de todos sus méritos, José es buena persona. Esta frase, común, simple, condensa valores, que a la hora actual han mutado en ambiciones, intereses y falsedades. Para ser buena persona se requiere ser sencillo, generoso, amable, leal, veraz. Todo esto, y mucho más, es José Bastidas. Quien nace en Otavalo, 1960, en un hogar pobre, en el barrio El Empedrado, balcón de la ciudad. Su infancia estuvo subyugada al trabajo. Herrero, carpintero, limpiabotas. Pero esa infancia sangrante en nada le afecta para encarar la vida con fe y alegría. Ética de la pobreza que no humedece de lágrimas sus ojos, ni le avergüenza, más bien le llena el corazón de osadía y sueños, para reorientar el destino.
Escuchemos la voz franca, transparente, pero sentida de José Bastidas:
‘Mi adolescencia fue muy dura y complicada, mi madre se llamaba María Elena Narváez, fallecida hace tres años. Mi padre, al cual nunca conocí, llevaba por nombre José Abraham Bastidas. Crecí en el barrio El Empedrado, nuestro hogar era sumamente pobre. Desde los cinco años tuve que trabajar en diferentes actividades: de herrero, de carpintero, en fin de lo que sea, para poder subsistir y poder ayudar a mi madre, ella lavaba la ropa para poder darnos de comer, éramos cuatro hermanos, con relación de hermandad muy humilde, ante estas circunstancias a mi madre le era imposible cubrir las necesidades.
Luego viendo la situación y no poder tener para educarme tuve que trabajar como limpiabotas, con un cajón de zapatos, que me prestó don Jorge Jácome, propietario de la peluquería Americana, muy conocida en Otavalo, tenía mucha clientela. Las mejores familias de Otavalo pasaron durante muchos años con sus zapatos bien lustrados. Con lo que trabajaba ya pude ingresar a la escuela Diez de Agosto, a lo cual fui un alumno muy destacado. De lunes a viernes iba a la escuela descalzo y con los pantalones remendados, pero eso sí mi aseado. Mis maestros de los que fueron pueden dar testimonio: doña Zemia Flores, el profesor Salitas, Montalvo y el que me guió al arte Bolívar Cerón hasta segundo curso del colegio Daniel Reyes seguía limpiando zapatos, luego con los trabajos que hacía como carteles para los estudiantes ya tenía para seguir adelante.
Por ser muy pobres, casi no tenía amigos, nos veían con indiferencia, pero un día me pregunté y me dije que algún día voy a ser alguien para sobresalir en todo. Con los consejos de mi madre salí adelante.
Fui deportista en mi juventud a pesar de la talla pequeña que me caracteriza jugué en el Copacabana, San Sebastián, Corporación 13 y también en la selección de Otavalo alternando con Carlos Trujillo’.
Metáforas pictóricas
José Bastidas es exquisito en el dibujo. Crea su cromática geométrica, que le permite encerrar rostros, símbolos y sucesos, en un laberinto de espejos, que reflejan sueños, rebeldías y traumas.
Maestro del color, su misión pintar el drama humano y el amor a la naturaleza. Visión mestiza del arte. Por ello –a veces– sus rostros de tez blanca identifican la belleza indígena. Metáforas que nacen de realidades, sincretismos y telurismos. Su altruismo es toda una hoja de vida. Sus cuadros han servido, para salvar vidas, estimular estudios y modernizar el uso de tecnología, en barrios pobres y marginados. Rodrigo Villacís Molina ratifica ‘con su humildad a toda prueba, pero en el mejor sentido de la palabra, trabaja sin descanso, en las formas y colores, en su taller de Carapungo, y está dispuesto a extender la mano a quien lo necesite’.
A hombres de este temple humanístico, Juan XXIII, les deja una reflexión ‘nos gustaría quedarnos un rato en las mesas de los pobres, en las fábricas, en los lugares de estudios y de la ciencia, cerca de la cama de los enfermos y de los ancianos, en todas partes donde los hombres oran y sufren, trabajan por ellos mismos y por los demás’.
Sobre su obra, el gran crítico Marco Antonio Rodríguez, dice ‘Alegría, vivacidad, humor –corrosivo a veces–, destreza en el manejo de los secretos de la plástica, son los valores esenciales de José Bastidas’. Y la curadora de arte, Inesita Flores, complementa ‘Desde muy temprano aprendió a expresarse pictóricamente, con gran libertad en el manejo de los trazos y la adecuada aplicación del color, al margen de toda rigidez académica’.
Aquí están los cuadros, los excelentes cuadros del maestro Bastidas, que recorren el mundo con orgullo. El Núcleo ha querido solemnizar las fiestas de Ibarra con la exposición Armonía de las Parábolas de este gran pintor imbabureño. Bienvenidos